Menageries
John Clarke, guardián de la colección de fieras en Windsor, por John Lawrence, 1828. Royal Collection.
Royal Menagerie (c1820) de la Torre de Londres.
A Banks no solo le inspiraron las plantas de los misioneros moravos y las historias que le contaban de Terranova y Labrador, Londres, en esa época, era un hervidero de animales exóticos. Gran Bretaña se estaba convirtiendo en la potencia hegemónica y la fauna de colonias remotas era una especie de «botín del imperio» que fascinaba a los británicos. Antes de que se establecieran los parques zoológicos a comienzos del siglo XIX, proliferaron las colecciones de animales vivos en palacios reales, salas de exhibición privadas, tabernas y cafés, mansiones y tierras de aristócratas y hogares de clase media. Su precio no era inalcanzable, pero sí costoso; aunque algunos londinenses de humilde condición también disfrutaron de estas mascotas extravagantes, regaladas por algún familiar marinero.
Robert Walpole, primer conde de Oxford, por Jean-Baptiste van Loo, c. 1740.
Grabado coloreado a mano, de Eleazar Albin (1735). Este flamenco vivía en la cocina de la casa de sir Robert Walpole en Chelsea, cerca de la casa de la madre de Banks.
También había casas de fieras privadas, los medios por los cuales una persona de moda mostraba su gusto. La irritable Elizabeth Montagu le dijo a un amigo que la duquesa de Portland estaba “tan ansiosa por coleccionar animales, como si previera otro diluvio”. Sabemos que las grandes casas aristocráticas de Inglaterra tenían sus jardines paisajísticos; es una revelación descubrir que muchos, como Goodwood, Stowe y Woburn, también tenían sus casas de fieras. El conde de Shelburne, que luego sería primer ministro, tenía un orangután y un leopardo supuestamente domesticado en su invernadero de Bowood House. Al filósofo utilitarista Jeremy Bentham le gustaba acariciar al leopardo cuando lo visitaba. El flamenco mascota de Sir Robert Walpole se calentó junto al fuego de la cocina. Sir Hans Sloane fue seguido por su casa en Chelsea por un glotón manso tuerto. También era dueño de una zarigüeya y un puercoespín.
1. Una representación del encarcelamiento de Carlos, duque de Orleans, en la Torre de Londres de un manuscrito del siglo XV.
2. Royal Menagerie de Versalles durante el reinado de Luis XIV (1643-1715), por D'Aveline. Estampado en cobre coloreado (Detalle). El término menagerie se utilizó por primera vez en la Francia del siglo XVII.3. Rey Juan cazando - Estatutos de Inglaterra (siglo XIV). Biblioteca Británica
4. Una representación del siglo XIII de la coronación de Enrique III.
6. Elefante de Enrique III regalado por Luis IX de Francia, por Matthew Paris.
7. Escultura que recuerda el magnífico ejemplar de oso polar que, en 1252, el rey Haakon IV de Noruega regaló a Enrique III. Aunque se mantuvo amordazado y encadenado, al oso se le permitía nadar y cazar peces en el Támesis.
8. En 1264, Enrique III decidió que los animales fueran trasladados al baluarte, que pasó a llamarse Torre del León, cerca de la entrada principal occidental; donde se encerraron en unas jaulas con entradas arqueadas, dispuestas en hileras y en dos alturas.
9. La Torre de Londres, 1597 por Haiward y gascoyne. La Torre del León es la proyección aislada en el foso, en el lado inferior izquierdo del plano.
10. Isabel I de Inglaterra, retrato del pelícano (c. 1575), óleo sobre madera, atribuida a Nicholas Hilliard. Se llama así por el colgante de pelícano que lleva en el pecho.
11. Detalle del colgante de pelícano. Se creía que la hembra del pelícano alimentaba a sus crías con sangre de su propio cuerpo, y la del colgante tiene las alas extendidas y se está picoteando el pecho. La reina adoraba esta joya del pelícano, que transmitía una imagen de madre abnegada de la nación inglesa.
La Tower Menagerie (casa de fieras de la torre) de Londres fue fundada en 1204 por el rey Juan, iniciando una larga tradición de reyes y reinas que coleccionaban y regalaban animales exóticos, símbolo de poder y entretenimiento de su corte; se sabe que tuvo leones y osos. Su sucesor, Enrique III, recibió como regalo de bodas, en 1235, tres leones de su cuñado Federico II, emperador del Sacro Imperio Romano Germánico; y, años más tarde, un oso polar y un elefante africano que le enviaron los reyes de Noruega y de Francia, respectivamente. Bajo el mandato de reyes posteriores, la variedad de especies se amplió a leopardos, pumas, linces, chacales, avestruces, hienas, águilas, búhos, monos y osos pardos, llegando a tener en 1828 más de 280 animales de 60 especies. Se abrió al público por primera vez en el siglo XVI, bajo el reinado de Isabel I y se clausuró, por orden del duque de Wellington, en 1835, después de seis siglos de existencia. La mayoría de los animales se habían trasladado cuatro años antes al recién inaugurado Zoológico de Londres en Regent's Park.
1. “Las Jirafas con los árabes que las trajeron a este País”. Zoological Gardens, Regent's Park. Grabado coloreado de George Scharf (1836). Museo Británico.
2. Los nuevos jardines zoológicos en Regent's Park, de The Mirror of Literature, Amusement and Instruction (1828).
8. Jumbo, elefante africano, dando un paseo a varios niños en el zoológico de Londres (1880). Fue la gran atracción de Regent’s Park desde 1865 hasta 1882, fecha en que se vendió al circo estadounidense Barnum.
9. Postal antigua con elefantes en el zoológico de Schönbrunn. Al fondo el Pabellón Imperial (siglo XVIII).
10. Grabado pintado a mano, Vista Del Jardin Des Plantes, publicado en París (c1805).
La transición de las casas de fieras concebidas para simbolizar el poder real y entretener a la aristocracia a los jardines zoológicos públicos, proyectados con un objetivo educativo y científico, tuvo lugar a principios del siglo XIX. Este fue el caso del Zoológico de Londres, situado en el extremo norte de Regent's Park, inaugurado en 1828, al que le fueron transferidos la mayoría de los animales de la Torre de Londres. Aunque inicialmente estuvo destinado al estudio científico, su situación y su diseño favorecieron que pudiera ser visitado por una gran parte de la población de Londres cuando se abrió al público en 1847. Gestionado por la Sociedad Zoológica de Londres (fundada en 1826, cuya primera sede estuvo en la casa de sir Joseph Banks), es uno de los zoológicos existentes más antiguos del mundo, después del Tiergarten Schönbrunn de Viena (1752) y el del Jardin des Plantes de París (1795). Hoy alberga una colección de más de 600 especies de animales, con más de 19.000 individuos.
6. Sir Hans Sloane (1660-1753), por Stephen Slaughter (1736). Galería Nacional de Retratos.
10. Grulla, 1791, William Hayes (1729-99), acuarela, guache, tinta y lápiz.
Los jardines paisajísticos de muchos aristócratas británicos albergaban casas de fieras; algunos de ellos coleccionaban animales como si previeran otro diluvio. El conde de Shelburne, primer ministro, tenía un orangután y un leopardo domesticado en su invernadero de Bowood House. Al flamenco de sir Robert Walpole, conde de Orford y líder de la Cámara de los Comunes, le gustaba calentarse junto al fuego de la cocina; en su hogar también pululaban un loro escarlata y un periquito de cara amarilla. A sir Hans Sloane, presidente de la Royal Society, le seguía en su casa de Chelsea un glotón manso tuerto; y era dueño, además, de una zarigüeya, un puercoespín y una marmota a la que hubo que extraer varios dientes, que crecieron demasiado por una alimentación desacertada. El duque de Chandos alimentaba las grullas que acechaban las terrazas de su jardín de Canons Park con su propia mano.
4. El primer leopardo nublado conocido por la ciencia, que llegó de Canton alrededor de 1817 y se mantuvo en Exeter Change, fue dibujado por Edward Griffiths en 1821. El animal fue llevado al campo con una exhibición itinerante y murió allí; con su piel se hicieron gorras para los porteros.
Antes de abrir el jardín zoológico de Regent’s Park, en algunas calles de Londres, como Strand y Piccadilly, los relinchos de caballo y ladridos de perro quedaban oscurecidos ante los barritos de elefantes y rinocerontes y el rugido de leones y tigres. A finales del siglo XVIII, proliferaron los empresarios que ganaban fortunas exhibiendo animales extraordinarios. Joshua Brookes al final de Tottenham Court Road se especializó en aves exóticas, pero también ofrecía antílopes, leones, monos y puercoespines. En Pidcock's Menagerie, los niños podían montar un elefante o acariciar a un aparentemente dócil rinoceronte. La existencia de una colección de animales salvajes en un desvencijado piso del Strand era probablemente uno de los rasgos más estrambóticos del Londres georgiano. La crueldad de estas empresas fue comentada por lord Byron en su diario, al encontrar varios antílopes muertos. No fue el único: muchos visitantes contemporáneos se escandalizaron por la profusión de animales, vivos o muertos, de la ciudad.
1. Privet Hawk Moths and Callajoppa Exaltatoria, de Eleazar Albin, 1720. Acuarela, gouache y grafito sobre papel. Centro de Arte Británico de Yale, Connecticut.
2. Frontispicio de la edición de 1736 de La historia natural de las arañas y otros insectos curiosos con Albin a caballo
3. Guacamayo de Albin, loro jamaicano conocido por esta pintura de Eleazar Albin (1740).
4. Búho marrón, de E. Albin. Lámina de cobre, de un dibujo tomado del natural (1731).
5. 'The Groasbeak from Gambia in Guinea', del aviario del duque de Chandos, por E. Albin. (1735).
6. Edwards, George (1758–1764). Grabado de John Miller según un retrato pintado en 1754 por Bartholomew Dandridge, publicado en el primer volumen de Gleanings of Natural History.
7. Orangután (Pongo pygmaeus), acuarela de George Edwards (1757). A finales del siglo XVII y principios del XVIII, se usaba el término 'orang-outang' para referirse a los chimpancés.
8. Glotón. Acuarela de George Edwards (1735). Este animal procedente de Hudson's Bay, es el que vivió en la casa de sir Hans Sloane, le seguía como un perro, trazando círculos, porque se desviaba del lado donde faltaba un ojo.
9. Loro negro de Madagascar. Edwards, George (1743).
10. Acuarela. George Edwards (1709-1773). Un macho y una hembra de estos renos fueron entregados a sir Hans Sloane en 1738 por el capitán Craycott, procedentes de Groenlandia. Sloane luego se lo cedió al duque de Richmond.
Entre la década de 1720 y la década de 1750, cuando los naturalistas e ilustradores ingleses Eleazar Albin y George Edwards querían dibujar al natural aves y otras especies no nativas de las islas británicas, les bastaba con visitar las casas y locales de un número considerable de londinenses. Las notas a pie de página de sus obras y las descripciones de sus temas están provistas de anécdotas, así como el reconocimiento de la amable autorización de sus propietarios. Ambos se ganaban la vida pintando acuarelas para coleccionistas adinerados.
Eleazar Albin (1690-1742) escribió e ilustró varios libros, entre ellos A Natural History of English Insects (1720), A Natural History of Birds (1731–38) y A Natural History of Spiders and other Curious Insects (1736). Se considera uno de los grandes ilustradores de libros entomológicos del siglo XVIII.
A George Edwards (1694 - 1773) se le reconoce más como el padre de la ornitología británica. Durante 21 años, Edwards publicó siete volúmenes que contenían descripciones y grabados coloreados a mano de aves y otros animales. Los primeros cuatro volúmenes se titularon A Natural History of Uncommon Birds (1743-1751); los tres volúmenes posteriores, Gleanings Of Natural History (1758-1764).
La presencia de animales exóticos en los jardines paisajísticos y en las casas de fieras atestiguaba el dominio y el ingenio de los británicos de la Ilustración. Pronto estos animales adquirieron un valor simbólico en las sátiras que denunciaban las preocupaciones sociales y políticas georgianas. La propiedad de animales exóticos y su relación con los individuos de la élite, en particular la realeza, se convirtió en el blanco de las críticas. Varios miembros de la familia real mantuvieron colecciones de animales exóticos en sus propiedades en Windsor, Richmond y Kew. Cuando los georgianos miraban a estos animales, les daban un significado y crearon diferentes órdenes de animales, digno de ser estudiados.
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